Todos los días nos cruzamos con gente por
la calle. Personas concretas, con nombre y apellidos que para nosotros no son
más que un rostro en un café o una cara al cruzar el paso cebra. Personas que,
no es que no nos importen, sino que no las conocemos y, por tanto, forman parte
de una masa que nos afecta sin llegar a importarnos mucho.
Aún así, cada día salen y entran personas
en esa masa. Es difícil describir el proceso, pues es algo que sucede sin que
nos demos cuenta. En lo más hondo de nuestra conciencia, tenemos algo parecido
a una carpeta donde guardamos y archivamos los nombres, apellidos, situaciones
vividas y datos de todas las personas a las que conocemos. Cuando conocemos a
alguien, entra en nuestra base de datos. Normalmente es un proceso
relativamente lento durante el cual vamos añadiendo datos a medida que vamos
conociendo mejor a la persona, pero a veces esto sucede mucho más rápido de lo
previsto, y pasamos a conocer mucho mejor a alguien que apenas hemos visto un
par de veces que a alguien que hace años que vemos casi a diario.
Se podría decir que una entrada demasiado
rápida puede ser rara, parecer forzada. No es típico confiar más en alguien que
apenas conocemos que en alguien con quien hemos vivido mil experiencias. Pero
ahí llega el factor sorpresa. Es difícil de creer que alguien pueda ganarse
nuestra confianza de manera casi inmediata si no nos ha sucedido nunca, pero es
sorprendente la manera en que fluyen las cosas con ciertas personas, como
podemos tener la sensación de estar mejor hablando con alguien por segunda vez
que con otro por milésima. Como podemos ser nosotros mismos y sentir que no nos
juzgarán digamos lo que digamos hablando con un casi desconocido y querer que
él sienta también lo mismo al hablar con nosotros. Confiar y querer que confíe.
Sentir que esa persona ha pasado a importar lo mismo o más que muchos otros, en
un tiempo casi inexistente.
No es cuestión de tiempo, de intención, de
la persona, ni de ningún factor en concreto. Supongo que es una mezcla de
proporciones mágicas que, dependiendo de la situación y todo lo que la rodea,
hace que sintamos que le podemos decir a alguien "sorpréndeme" y
entre casi instantáneamente a ocupar uno de los pilares de nuestra existencia.
Alguien que, saliendo de la nada, pasa a importarlo todo.
Comentaris
Publica un comentari a l'entrada