Me giré
para ver quién era, pero no vi nada más de lo que había visto antes en la
profundidad de la noche. Pero oí unos pasos. Me giré otra vez y vi a Amélia
escondida en una esquina. Era ella. Su magia despertó mi curiosidad. Era
incluso más poderosa que la de Fernando.
- Amélia, ¿qué hace escondida?
- Sólo quería ver que había venido a hacer
aquí, en el pueblo.
- Ya le dije una vez que no lo sabía.
- Pero habló con mi padre, y pensaba que
ya lo sabría…
- Sí. Pensaba que lo sabía, pero no. Hasta
ahora.
- ¿Qué significa eso?
- Creo que mi misión es usted.
- ¿Yo? – Su expresión era de miedo, casi
terror.
- No se preocupe. Es usted maga, y creo
que lo que debo hacer es entrenarla para aprovechar su potencial.
- ¿Potencial?
- Aún no lo sabe, pero tiene mucho poder
en sus manos. – Ahora estaba sorprendida. Era normal. En el fondo, ella no
sabía que era maga…
Y
después de esa conversación, empezó la verdadera aventura.
Amélia y
yo llegamos juntos a su casa y hablamos con Fernando.
- Fernando, descubrí el gran potencial de
Amélia. ¿Por qué no he había dicho nada?
- Quería que lo descubrieses tu. - Me dijo
él, que ya me tuteaba. Era mayor que yo y ya me conocía un poco mejor.
- Y, ¿qué quiere que haga? ¿Me la llevo
conmigo? – pregunté.
- Amélia, ¿puedes dejarnos un momento, por
favor?
- No, porque hablaréis de mi, y yo también
quiero decidir. – respondió ella.- ¿O ni siquiera cuenta mi opinión?
- Amélia, por favor. No hagas esto más
difícil de lo que ya es. Vete un momento y luego hablamos.
Finalmente
se fue y hablamos.
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